
Todos
los amigos tienen un lugar preferido para los juegos: un castillo abandonado.
Guille
siempre se ha sentido atraído y fascinado por los juegos de Alex, con quien
comparte la emoción y la diversión por dicho entretenimiento.
Guille
vive la estancia en el palacio de las Hadas Blancas con prudencia y temor a los
poderes malignos. El miedo a lo desconocido le lleva a cometer errores que
ponen en peligro su vida.
Guille
siempre se muestra reticente a la hora de correr riesgos. Al contrario que
Eric, Guille siempre tiene en cuenta las consecuencias y pone por delante los
consejos y prohibiciones que Grispud y Zafir les van exponiendo.
Finalmente,
Guille supera sus miedos y temores por la unión y lealtad al grupo.
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